"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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Desde el jardín

DESDE EL JARDÍN Había una interesante vez…. En la que Mariquita jugaba muy entusiasmada. Estaba en su gran jardín, donde su mamá había sembrado pasto que más bien parecía una alfombra. Alba, la madre de Mariquita, no se contentó con ese tapete verde, que le parecía aburrido. Puso entonces, tres malvones, grupos de rosales en cinco pares y muchas margaritas y margaritones. La niña se puso muy contenta una mañana, cuando se levantó y asomó a la ventana. Ya hacía unos días que la primavera había comenzado y las flores se habían abierto. El colorido brillante, iluminado con el sol mañanero, entusiasmó a la niña, quien después de su desayuno, se apuró a jugar, entre las plantas. La madre le alertó: “¡Mariquita! ¡Cuidado con las espinas de los rosales! ¡No te vayas a pinchar! La niña corrió por el césped y llevó sus juguetes para sentarse entre las perfumadas flores eligiendo las más vistosas. El sol se puso con sus rayitos, cada vez más calientes y Mariquita se fue desplazando de su sitio. Llegó a juntarse entre los pares de rosales y le llamó la atención una rosa muy bonita, de pétalos bien rojos y aterciopelados. De repente, una voz le sobresaltó: “¡No me toques! Vas a arruinarme. Soy hermosa y suave, y aunque desees acariciar mis pétalos, ¡yo no te dejaré!” Mariquita no podía salir de la sorpresa, pero bastaba que le prohibieran su mamá y ahora esta rosa engreída que no tocara, para intentarlo con entusiasmo. Vengativa, la presumida flor, le hincó con sus espinas muy aguzadas. El llanto de la niña le hizo interrumpir su juego y corriendo acudió a su mamá. Llevaba las manos sucias con tierra, y su dedito pulgar, goteaba sangre manchando el piso y su bonito vestido blanco, cubierto con barro. “Bueno Mariquita, ya has aprendido hoy una gran lección”. Dijo Alba sin enojarse, mientras le lavaba sus manitas en el baño de la casa, y continuó: “¡Ahora no llores más, cuando te toquen las vacunas, ¿Eh?! ¡Ellas te protegen de las enfermedades por lastimarte con rosales, rasguños del gato y suciedades con la tierra! Mariquita esa mañana de perfumada primavera, quedó conforme. Se había alegrado con los colores luminosos del jardín, había jugado a gusto y había aprendido una lección nueva. Sabía que las flores son muy hermosas, pero para admirarlas, y no arrancarlas, ni tocarlas…. debía apreciarlas, adornando desde sus plantitas, los preciosos jardines. ©Renée Escape

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